Ramón J. Velásquez: un testigo de la historia de Venezuela

 

1 ramon j velasquez san cristobal 1976

 

"La historia es un espejo en el que muchos no se quieren mirar. La historia tiene un valor indudable. La sociedad de cualquier país es un río que fluye y por tanto no puede renunciar a sus orígenes. En la historia de cualquier país hay siempre algunas constantes: las fisonomías. Cambian las modas y los usos, pero la manera de ser del hombre y de la sociedad mantiene ciertas características irrenunciables".

Ramón J. Velásquez

 

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Ildefonso Méndez Salcedo, Ramón J. Velásquez: un testigo de la historia de Venezuela. San Cristóbal: Fundación de Estudios Históricos, 2013. 79 p. (Cuadernos de Historia, 1). ISBN: 978-980-7615-00-6

 

Sumario

 

Prólogo

Un libro sobre Ramón J. Velásquez y el Táchira

Ramón J. Velásquez: acercamiento a una persistente labor editorial

Biblioteca de Autores y Temas Tachirenses: 50 años de actividad editorial en Venezuela

Ramón J. Velásquez: esbozo biográfico y bibliografía selectiva

 

Prólogo

 

Conocí a Ramón J. Velásquez en 1982, cuando solía viajar a Mérida, invitado por la Escuela de Historia de la Universidad de los Andes, a disertar ante estudiantes y profesores sobre la historia de Venezuela. Recuerdo que eran jornadas interminables, que disfrutábamos por igual, tanto el expositor como los asistentes a sus conferencias. El entusiasmo por conocer y revisar la historia venezolana fue creciendo de tal modo, que la universidad le encargó al ilustre visitante, la organización de un ciclo de conferencias, que muy pronto se transformó en dos, con el título de Historia y balance del siglo XX venezolano, los cuales se realizaron entre 1985 y 1986, con la presencia de notables historiadores y personalidades, quienes disertaron sobre los aspectos más importantes en lo político, militar, económico, social y cultural. Allí aprendimos a valorar el conocimiento y la experiencia del doctor Velásquez, el cual exponía los temas con la familiaridad del estudioso y testigo de los hechos analizados. El reconocimiento de la institución anfitriona no se hizo esperar, pues ese mismo año, cuando el historiador llegaba a sus 70 años, la Universidad de los Andes le otorgaba el título de Doctor Honoris Causa en Historia.

Desde entonces, seguí frecuentando al doctor Velásquez en mis viajes a Caracas. Cuando iba, casi siempre pasaba por su despacho en el Congreso Nacional en solicitud de algún libro o de una asesoría para emprender cualquier investigación. Como era de esperarse, el anfitrión siempre me atendía con deferencia, obsequiándome el libro solicitado y algún otro adicional, así como los consejos pertinentes para empezar mis indagaciones. Posteriormente, durante mi etapa de permanencia en la capital del país, entre 1992 y 2006, continué visitándolo. Nunca faltaba a sus conferencias. Recuerdo que nuestra amistad se vio reforzada con tres hechos importantes en mi vida profesional: el inicio de mis estudios de Maestría en Historia de Venezuela, en la Universidad Católica Andrés Bello (1992); mi ingreso al equipo de redacción del Diccionario de Historia de Venezuela, en la Fundación Polar (1993) y la publicación de mis dos primeros libros, Seis temas de historia venezolana y Dos estudios sobre Montesquieu y Bolívar (1995). A esos hechos se fueron sumando otros, de los cuales, quiero referirme a dos en particular: mi incorporación, por invitación suya, a la Comisión Editora de la Biblioteca de Autores y Temas Tachirenses (1996) y la elaboración de mi tesis doctoral en Historia, en la Universidad Católica Andrés Bello (2005-2008), de la que fue profesor-tutor.

A mediados de 1996 fui invitado junto con otras personas a formar parte de la Comisión Editora de la Biblioteca de Autores y Temas Tachirenses, entidad que había sido creada por un grupo de intelectuales, encabezado por el doctor Velásquez, para conmemorar los cuatrocientos años de la fundación de San Cristóbal. Durante varios años nos reunimos de manera periódica en su despacho del Congreso Nacional. Entre los miembros más asiduos estaban Manuel E. Carrero, Ana Lucina García Maldonado, Marcos Fuenmayor Contreras, Fabricio Vivas, Gonzalo Villamizar y Beltrán Cova. Deisy Bracho actuaba como secretaria. Nos manteníamos en contacto permanente con la Subcomisión establecida en San Cristóbal. Entre otras tareas, nos ocupábamos de considerar las propuestas de nuevos trabajos o reediciones, plantear proyectos de investigación que pudieran convertirse en publicaciones, hacer las diligencias necesarias para la obtención de recursos, corregir las pruebas de los libros en proceso de impresión y distribuir los títulos publicados entre las instituciones y personas que los solicitaran. Aunque lo más grato de estas reuniones eran los temas de conversación, casi siempre enfocados en la historia venezolana de los siglos XIX y XX, sobre los cuales discurría el ilustre anfitrión con familiaridad, respondiendo nuestras preguntas y escuchando los comentarios que le hacíamos.

En cuanto a mi tesis doctoral en Historia, titulada Pedro Grases: claves para el estudio de una obra de investigación histórica, elaborada entre 2005 y 2008, debo mencionar varios hechos previos. Entre 1993 y 1998 tuve la suerte de organizar el archivo privado de don Pedro Grases (1909-2004), el gran humanista catalán a quien tanto le debe la historia de la cultura en Venezuela. El doctor Velásquez, como amigo y admirador de Grases, siguió con interés el trabajo de ordenación de aquel archivo, posiblemente, el más voluminoso que haya formado un intelectual en nuestro país. Luego, el año 2002, un grupo de discípulos, amigos y familiares de Grases, decidimos constituir la fundación que lleva su nombre con el fin de promover y divulgar su legado intelectual. Entre los fundadores de la institución estuvo el doctor Velásquez, quien nos orientó en los primeros proyectos y publicaciones. Durante años he conversado con él sobre la importancia de la obra realizada por Grases. Juntos revisamos los aspectos centrales de esa inmensa labor intelectual. Vimos mis esquemas de trabajo, leímos lo escrito por otros autores, escogimos los hitos fundamentales de su obra y consideramos lo registrado en el epistolario. Y fuimos armando el esquema definitivo de la monografía que debía presentar como tesis doctoral ante la Universidad Católica Andrés Bello. Al final, el trabajo realizado obtuvo la máxima calificación, siendo publicado por la Biblioteca de Autores y Temas Tachirenses el año 2009, con motivo del centenario del nacimiento de Grases.

Ahora se me presenta la oportunidad de reunir en este volumen mis escritos sobre la vida y la obra de Ramón J. Velásquez, a quien tanto le debemos los venezolanos por su afán de servicio. Y en mi caso particular, deseo expresar mi reconocimiento a uno de mis maestros en el campo intelectual. Esto lo hago pensando en las nuevas generaciones. Para que aprendan a conocer el nombre y la trayectoria de este venezolano de excepción, quien ha sido testigo, y en muchos casos protagonista, de los cambios experimentados por nuestro país durante los siglos XX y XXI.

Ildefonso Méndez Salcedo